Salsa criolla, es sin duda la compañera ideal para el clásico «asadito» de casi todos los domingos.
Es esa que ponés en un cuenco, lo dejás reposar en la heladera hasta llevarlo a la mesa y en ese preciso momento te das cuenta de que está rica porque algún comensal la prueba con un “pancito” y al momento de llevar la carne a la mesa ya ha bajado su nivel en el recipiente por esa “picadita previa” que es lo que demorás de la parrilla a la mesa.
He tenido varias recetas en el transcurso de los años pero creo que ya he encontrado la que se adapta mejor a mi paladar, sacando distintos secretos de diversos lugares y sin más vueltas la receta.
En primer lugar hacemos corte “brunoise” que se pronuncia “brunuá” o ya que estamos en criollo sería picada pequeños cubitos, la colocamos en el cuenco, a continuación cubrimos la cebolla con el vinagre y la dejamos reposar durante 10 minutos.
Mientras esperamos cortamos el tomate en gajos y le sacamos las semillas y lo picamos junto al resto de los ingrediente en “brunoise” y los reservamos.
Pasados los 10 minutos escurrimos el vinagre, agregamos los ajies y el tomate, salpimentamos a gusto, los mezclamos con la cuchara para integrar y le agregamos el aceite hasta cubrir, como remate final (robado al padre de un amigo) le incorporamos un chorrito de aceto balsámico, la proporción va a ser según el gusto de cada uno.
Como último paso, volvemos a mezclar con la cuchara y llevamos la salsa criolla a la heladera hasta el momento de servir, si se hace con un mínimo de 2 horas de antelación o el día anterior mejor sabor va a tomar).
Algo que me falto es un último paso, un ingrediente que no puse en la MEP, es un pancito para poner sobre el una cucharada de la criolla y probarla por si hay que ajustar algún ingrediente (ojo con este paso que puede ser peligroso para que llegue una buena cantidad de la salsa criolla a la mesa).